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​Suyén Chigo Olivares
 

 

PSICÓLOGA CLÍNICA
Universidad Uniacc

DIPLOMADA EN PSICOLOGÍA ORGANIZACIONAL

Universidad Uniacc



DIPLOMADA en MARKETING

Universidad Adolfo Ibañez

 

​En el ejercicio profesional de  mi carrera de psicóloga integro todos los conocimientos aprendidos en el camino de la vida, el estudio del alma desde la psicología, el estudio del cuerpo físico desde la pedagogía, lo complementario de salud desde las distintas disciplinas, y los del alma desde la mirada metafísica, incorporando diversos tratamientos con los sistemas de Esencias Florales como las Flores de Bach, Flores del Mediterráneo, Flores del  Alba,Flores de Busch, Orquídeas de Machu Picchu y Esencias Phi de Andreas Korte.


En la actualidad, llama la atención que la rabia, el enojo, la  furia, cólera o ira son distintas palabras que escuchamos en la consulta de los pacientes y en la gente en general. Estas emociones  pueden llegar a provocar desde afecciones físicas hasta un sentimiento de displacer violento e intolerable contra alguien o una situación determinada.

Lamentablemente no son pocas las personas que  hoy están teniendo este comportamientos. Vivir  o rodearse con personas alteradas, cansa. Lo mismo sucede con quienes viven en estados melancólicos y que se deprimen fácilmente viendo siempre el lado vacío del vaso. Otra vez el polo emocional se dispara.

Ambos extremos caen en el rango de inestabilidad emocional que se presenta como una  característica de la personalidad, la cual se define como una variación en los sentimientos y estados de ánimo sin causas o por motivos insignificantes.

Desde su perspectiva, las causas pueden ser diversas y hasta genéticas. “Muchos estudios indican que hay niños que se enojan desde edades muy tempranas”, pero principalmente, dependerá de la historia familiar de cada individuo, donde advierte que a la mayoría, se les enseña a que no es bueno enojarse, “podemos expresar el dolor, pero la ira no es correcta, entonces creamos adultos callados con una gran rabia interna y con emociones muy contenidas”.


Las emociones también repercutirán en el cuerpo físico. “Si miramos a nuestro estómago, por ejemplo, procesa alimentos, separando lo que nos sirve y eliminando lo que no nos sirve. Pues bien, las emociones también necesitan ser procesadas para que no queden estancadas en algún espacio u órgano”, advierte. En ese sentido, indica que en su consulta son frecuentes los casos de colon irritable, rigidez de cuello y calambre de brazos y manos.

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